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Foto del escritorLudoteca Gotitas de Amor

Yosmar, el niño sordomudo

Cuando llegó Yosmar a nuestra ludoteca nos puso un gran reto a todos los voluntarios, pues él percibe el mundo de una manera tan distinta a los demás niños que comunicarnos con él no fue fácil. “Al principio fue difícil, nunca había tenido a cargo a un niño sordomudo, no sabía que tipo de actividades darle, si ya para todos se hace una diferenciación por niveles de las actividades, con él había demasiado margen de distinción. Sobre todo me preocupaba no darle actividades de provecho para que pueda desarrollar sus capacidades”, nos cuenta Alejandra, la voluntaria encargada del aula de Yosmar.

Yosmar llegó este año con 6 años de edad y junto a sus dos hermanitos mayores, Mariela y Jairo, de quienes no se separa, porque solo con ellos se puede comunicar, aunque mediante un lenguaje precario e improvisado de señas intuitivas. Es decir, a Yosmar no le están enseñando a comunicarse con el lenguaje formal de señas que manejan los sordomudos de nuestro país. Por falta de recursos económicos, sus padres lo quitaron de un colegio de sordomudos donde estuvo un año. Esto es una gran barrera entre él y los demás niños. Nadie lo entiende y él no entiende a los demás, no hay manera de saber qué está pensando o qué es lo que quiere.

Sin duda, Alejandra se preocupó por su nuevo alumno y ahora se encuentra elaborando el proyecto para poder implementar la agenda de actividades de la ludoteca con la enseñanza del lenguaje de formas. “Por ahora estoy buscando la manera de aprenderlo yo, pero no solo eso, también debo aprender cómo hacerle enseñarselo a Yosmar. Realmente ahora no sé como comunicarme con él”, nos confiesa Alejandra. Pero también agrega que ha descubierto que Yosmar siente predilección por los rompecabezas, “Son su actividad favorita, se concentra mucho armandolos”. Así ella descubre poco a poco la magia de un niño que desde su silencio tiene ganas de expresarse y ella está dispuesta a darle esa oportunidad.

La meta más grande de este proyecto es hacer una gran obra de inclusión junto a los demás niños y voluntarios, es decir, que los ellos también aprendan este lenguaje alternativo para que puedan comprender a su compañero, y quien sabe, a futuros compañeros como él. “Que sepan que todos tenemos el derecho a expresarnos sin importar las dificultades. Sé que podemos lograrlo”, nos dice Alejandra entusiasmada.


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